La terapia de muérdago puede comenzar ya antes de la cirugía o realizarse en paralelo con otras terapias. Si comienza ya antes de la cirugía, no debe colocarse la inyección subcutánea en el área del campo quirúrgico para no causar ahí una reacción local. También debe evitarse aplicarla en cicatrices existentes.
En varias ocasiones, de parte de la oncología convencional ha expresado su preocupación de que el muérdago pueda acelerar el catabolismo de los citostáticos y con ello perjudicar la eficacia de la quimioterapia. Sin embargo, múltiples estudios muestran que en el caso del muérdago este fenómeno no es relevante. No perjudica los efectos de la quimioterapia, sino, más bien la hace aún más tolerable y con ello puede apoyar e intensificar su efecto.
En la investigación preclínica, fue posible observar que el muérdago puede proteger el material genético (ADN) de las células del daño de las toxinas celulares. Sin embargo, este proceso de estabilización del ADN solo se ha demostrado para glóbulos blancos sanos (linfocitos). Este efecto no se observó en líneas celulares de cáncer: El muérdago probablemente estabiliza las células sanas y las protege de los efectos de la quimioterapia, mientras que las células cancerosas de todas maneras ya verdaderamente inestables siguen siendo vulnerables a la quimioterapia.
Si la terapia de muérdago se administra en paralelo con la quimioterapia, el extracto de muérdago debe dosificarse para que no haya fiebre. Puesto que es casi imposible distinguir si la temperatura corporal se incrementa debido a la terapia de muérdago, o si la fiebre es un indicio de una infección que puede surgir en la quimioterapia debido al sistema inmunitario debilitado y siempre representa una señal de alarma.
La terapia de muérdago tampoco afecta negativamente a otras terapias contra el cáncer, por lo contrario. Esto pudo demostrase en el caso de las sustancias antihormonales, las que se utilizan sobre todo en el cáncer de mama (p. ej. tamoxifeno, anastrozol), y algunas terapias con anticuerpos (p. ej. trastuzumab, pertuzumab). También en los así llamados immunchekpoint inhibitors (p.e. Ipilimumab y nivolumab) no se informaron efectos negativos en un primer estudio piloto. Actualmente se está llevando a cabo un estudio prospectivo más amplio, cuyos primeros resultados provisionales fueron publicados en otoño de 2019, señalando en la misma dirección.
Se ha demostrado que la terapia de muérdago no debilita los efectos de estos medicamentos, sino más bien, que incluso puede procurar que se implemente la dosis requerida y con ello pueda hacerse más efectivo el tratamiento - la terapia de muérdago puede aliviar los efectos no deseados de estos medicamentos sin perjudicar su eficacia.
La terapia de muérdago también se puede combinar bien con radioterapia. Solo es necesario asegurarse de que la inyección subcutánea de muérdago no se realice dentro o cerca del campo de irradiación, ya que de lo contrario la piel puede inflamarse allí intensamente.
Todos los estudios demuestran que la terapia de muérdago puede mitigar los efectos adversos de diversas terapias convencionales contra el cáncer. Esto vale tanto para la quimioterapia como también para las modernas terapias dirigidas ("Targeted therapy"). La terapia de muérdago puede atenuar sus efectos secundarios sin que se vea afectada su eficacia.
Muchas terapias médicas complementarias han demostrado su eficacia, especialmente en los cuidados del restablecimiento oncológico: sobre todo los emplastos y compresas cuando se trata de proporcionar calor o calmar las zonas de la piel inflamada. En el caso de la radioterapia, p. ej., la piel reacciona de forma especialmente sensible, en cuyo caso son útiles las compresas con sustancias calmantes como los extractos de caléndula.
En el caso de la terapia de muérdago subcutánea (inyecciones bajo la piel) que acompaña a la quimioterapia, la temperatura corporal no debe subir, por regla general, por encima de los 38 °C. La razón: durante la quimioterapia, la fiebre siempre es una señal de advertencia de que el sistema inmunitario "se pone de rodillas" y pueden producirse infecciones amenazantes. Es casi imposible diferenciar si la fiebre se debe al tratamiento con muérdago y es inofensiva, o si señala una infección peligrosa. Las excepciones a esta regla solo deben hacerse en casos individuales y en estrecha consulta con el oncólogo tratante.
En caso de la radioterapia, solamente se trata de no inyectar el muérdago en las áreas irradiadas del cuerpo, porque de lo contrario podrían inflamarse severamente. Tampoco en el área del campo quirúrgico no debe inyectarse, para no perjudicar la cicatrización de la herida. En las cicatrices ya existentes no deben inyectarse el muérdago.